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MERCEDES LÓPEZ REDONDO

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JAZZ IN THE CINEMA

Hoy en día la industria del cine y muy especialmente la todopoderosa Hollywood está rendida a los pies de los superhéroes. Suelen funcionar muy bien en taquilla, a pesar de su baja calidad según la crítica especializada. Pero el universo de las leyendas de comic y superhéroes no es un fenómeno de nuestros días, es algo que ya viene de antiguo y que muchos que tenemos a nuestras espaldas algunos años conocemos bien.


Antes que los superhéroes llegaran el cine, Hollywood vio un filón en todos los personajes míticos, de leyendas y los que eran producto de la llamada Pulp Fiction Americana. Tarzán es una de las pull fiction más emblemáticas, aparece por primera vez en la revista All Star Magazine en 1912, su autor, Edgar Rice Burroughs.

 

Cuando el término “pulp” aparece en alguna conversación, la mayoría lo relaciona con la película “Pulp Fiction” de Tarantino, y la verdad, no van desencaminadas. Ahora bien, identificar toda la Pulp Fiction Americana años 20, 30, y 40 con esta película, es un disparate. Desde un punto de vista etimológico, “pulp” hace referencia a un tipo de pulpa de madera con la que se fabricaba un papel amarillento, astroso de muy mala calidad. Ese papel barato se utilizaba a principios del siglo XX en las publicaciones de la época, las «magazines pulps». En palabras de Fernando Savater “el contenido de los pulps sería una literatura de tipo extrovertida, que se centra en la acción y hace poco hincapié en los resortes elementales: da prioridad al «qué» y aún más al «cómo» sobre el «por qué»; gusta de colores vivos, especias fuertes, ritmo ágil, y prefiere la exhibición muscular al análisis emotivo”

Tarzán, el Rey de los monos, desde 1918 se ha balanceado en cada década con nuevas interpretaciones y aventuras. Pero hay muchas cosas que no sabemos de él. Las novelas originales están llenas de detalles interesantes que raramente han llegado a los medios. ¿Quieres conocerlo un poco más? Pues empecemos por el origen de todo.


"El escritor más influyente del mundo". Así definió Ray Bradbury a Edgar Rice Burroughs, el creador de Tarzán, el primer superhéroe de ficción que ha resistido más de un siglo en su pedestal. Sin embargo, la realidad era otra, Burroughs era un escritor mediocre que había encontrado una veta narrativa donde volcar historias de aventuras impregnadas con los prejuicios de la época post victoriana. Lord Greystoke, este era el nombre familiar y título nobiliario del protagonista de esta saga, que se convirtió en Tarzán (según el diccionario simio-ingles que redactó Burroughs para sus novelas, significa "piel blanca"). Gracias a esta "piel" y sus genes, en las novelas subsecuentes Tarzán/Greystoke aprende a leer solo, habla francés, cita a autores en latín y llega a pilotar un avión. No solo triunfa en la selva también lo hace en la civilización. Nada mal para un niño criado por primates. Bromas aparte, lo cierto es que Tarzan fue todo un bombazo y al igual que Conan Doyle y su famoso Sherlock, Burroughs volvía recurrentemente a Tarzán a petición del público y por necesidades económicas, ya que su rumboso ritmo de vida lo tenía siempre al borde de la insolvencia. Cuando el autor se asomaba al abismo económico volvía a Tarzán, quien lo salvaba, ya no de feroces leones ni gorilas asesinos sino de sus deudores.

No es de extrañar que el cine se fijara pronto en tan singular personaje, pero si tenemos que ser honestos, la imagen que tenemos de Tarzán en nuestra retina se debe en gran medida a uno de los grandes del comic: Hal Foster. Tras pasar Tarzán por casi todas las editoriales grandes del panorama yanqui, fue la iconografía creada por Foster la que resultaría determinante para la posterior vida cinematográfica de Lord Greystoke. El Tarzán originario, de pelo moreno y largo sujeto por una cinta, y ataviado con vestimenta de piel de leopardo que cubría parte de su torso, apareció por vez primera en 1929, en unas tiras semanales firmadas por Harold Foster (1892-1982) que hoy se cotizan a 17.500 euros en las páginas de subastas de Internet. Pero quizás la aportación más importante que hizo Foster fue, además de dar forma al personaje que luego arrasaría en la gran pantalla, ofrecer aventuras para lectores adultos en un formato tradicionalmente dedicado al público familiar e infantil.


El dibujante abandonó Tarzán en 1937 para dedicarse al Príncipe Valiente -obra de culto también llevada al cine-, y cedió su puesto al ilustrador y profesor de arte Burne Hogarth, que firmó las tiras del rey de la selva durante casi nueve años. Burne le aportó al personaje un estilo mucho más musculado e incluso barroco diría yo, completando la imagen que tenemos del rey de los simios.


Pero entremos de lleno en el cine. Con cerca de cinco decenas de producciones cinematográficas, Tarzán es, uno de los personajes de la literatura que más veces ha sido llevado a la gran pantalla. Tanto es así, tan temprano comenzó el cine a tirarle los tejos a la inmortal obra de Edgar Rice Burroughs, que en 2018 se cumplieron nada menos que 100 años del estreno de la primera cinta que se acercó al fascinante universo construido por el literato inglés.


El honor de ser la primera se lo llevó la película Tarzan of the Apes (1918), dirigida por Scott Sidney y protagonizada por Elmo Lincoln. Por la fecha habréis adivinado que se trata de una cinta muda. En la primera parte de la película aparecía el actor Gordon Griffith como el joven Tarzán, por lo que Griffith técnicamente podría considerarse el primer Tarzán en pantalla,  pero es Elmo Lincoln el que se lleva el honor de ser el primer Tarzan con Tarzan of the Apes y dos secuelas más “El romance de Tarzán”(1918) y “Las aventuras de Tarzan” (1921). Superando todos los prejuicios e inconvenientes que para muchos espectadores puede suponer una película muda diré que demuestra atesorar cierto encanto. Tarzan of the Apes es la producción cinematográfica más fidedigna que se ha rodado sobre la novela homónima en particular o sobre el personaje en general, aunque para Edgar Rice Burroughs, que tenía una relación de amor-odio con Hollywood, por una parte,le encantaba la publicidad y los ingresos adicionales, pero odiaba la forma en la que alteraban las películas originales,  le disgustó Elmo Lincoln, ya que  lo convirtieron en un hombre fuerte y ancho, cuando en los libros era delgado y atlético.. otras licencias que destacan en la cinta es que sólo traslada la primera mitad de la novela dejando la segunda mitad, con gran acierto diría yo, para las secuelas. Sólo la inclusión de un personaje que articula la llegada de Jane y el grupo de ingleses en el segundo acto, se debe a la imaginación de los guionistas, Fred Miller y Lois Weber.


En fin  una obra hilvanada con bruscos saltos en la narración como solía ser costumbre en el cine mudo, unido a los esfuerzos del equipo por conseguir hacer pasar al Estado de Louisiana por la selva africana —al parecer, los monos que trajeron para el rodaje no quisieron irse del lugar toda vez aquél finalizó- y, considerando la ausencia de voz y lo exagerado de sus expresiones faciales y corporales, podemos decir que fue un trabajo más que aceptable a lo que se le añade ser la primera película en el universo Tarzán. Mencionar que hubo otras dos películas mudas, La venganza de Tarzán (1920, interpretada por Gene Pollar) y Tarzán y el león de oro (1927, interpretada por James Pierce), que contó con el entonces desconocido Boris Karloff como un jefe nativo malvado.

Entramos de lleno en el cine sonoro y la primera película hablada fue Tarzán y el tigre (1929), con Frank Merrill como el hombre mono, la película fue un auténtico fiasco porque como pasaría con muchas estrellas del cine mudo su voz era inadecuada, por lo que sin más preámbulos llegamos a la era Weissmüller. Corría el año 1932 cuando la Metro Goldwyn Mayer estrenaba Tarzán de los monos’. Si naciste a partir de los años noventa, es muy probable que la imagen que te venga a la cabeza al pensar en Tarzán sea distinta a la de tus padres y abuelos y aunque me pese decirlo a mi también. Para nosotros el único Tarzán de carne y hueso es y será siempre Johnny Weissmüller y su ya mítico grito de Tarzán. Johnny Weissmüller fue antes que actor un deportista de élite, uno de los mejores nadadores del mundo durante los años 20, ganó cinco medallas de oro olímpicas y una de bronce. 52 campeonatos nacionales estadounidenses y estableció un total de 67 récords mundiales. De origen austrohúngaro, lo que actualmente sería Rumania, nacio el 2 de junio de 1904. 

 

Fue la firma de un contrato con la marca de ropa interior para hombre BVD para ser modelo y sus primeras apariciones en el cine en Glorifying the American Girl y en el corto Water Bugs lo que hizo que la Metro Goldwyn Mayer se fijara en él y ese mismo año firma un contrato con MGM y hace el papel de Tarzán en Tarzán de los monos (1932) dirigida por Woody Strong Van Dyke. La película tiene un gran éxito, incluso Edgar Rice Burroughs autor de las novelas de Tarzán, está encantado con la elección del actor.


¿Qué es lo que hizo a este Tarzán único y distinto a los demás? ¿Qué fue aquello que le dio categoría de leyenda? Un grito, algo tan tonto como eso, convirtió en 1932, en pleno hervor del cine sonoro, a Johnny Weissmüller en famoso. En el cine, como diría Ford, se deja leyenda, no el hecho. Pero lo cierto es que la “A” chillada a lo tirolés, durante más segundos de los que el aire de unos pulmones medios posibilita, no fue obra del primerizo actor. El especialista en sonido Douglas Shearer lo creó basándose en los cantos tiroleses y el nadador aprendió a imitar el grito creado por Shearer casi a la perfección, para no defraudar a sus fans.

No sólo un grito hizo que la película consiguiera ser un auténtico éxito de taquilla, la película gozaba de un importante presupuesto pues los estudios nunca lo consideraron de categoría B, una buena fotografía y escenas que incluso se grabaron en plena selva unido a fotogramas cogidos de documentales, los llamados planos recurso, (entre escenas y sin relación con los actores se incluían animales salvajes que procedían de documentales reales) contribuyó a dar una gran credibilidad a la película.

Se realizaron un total de doce películas, 6 por la Metro Goldwyn Mayer y 6 por la RKO, todas en blanco y negro y la principal "pega" que le podemos atribuir fue la forma de hablar de Tarzan, esa forma monosilábica, con frases en las que el verbo sólo tiene la forma del infinitivo y que originariamente no aparecían en el personaje de Burroughs, y la inclusión de momentos cómicos que venían casi siempre de manos de la mona Chita.


Aunque si algo es de destacar en la cinta es la sensualidad y erotismo que transmitió la actriz irlandesa Maureen O'Sullivan. No era la primera ni tampoco sería la última en dar vida al personaje de Jane, pero si la que junto con el de Hedy Lamarr en ‘Éxtasis’ (1933), ofrecieran al cine clásico los desnudos más polémicos y míticos.  La escena en cuestión no tiene desperdicio. Cuando la pareja se dispone a darse un baño Tarzán empuja a Jane, quedando su vestido suspendido en la rama de un árbol. Lejos de asustarse, la joven bucea y se hace carantoñas con su compañero durante un buen rato.


Como es obvio la MGM, sabía que iba a encontrarse con el férreo Código de censura Hays, por lo que adelantándose a los acontecimientos realizó tres versiones: Jane bañándose en traje dos piezas, en topless y completamente desnuda. Cada uno se utilizó dependiendo del lugar de proyección y como es previsible todos querían ver la versión del desnudo, aunque tal vez no hubiera sido tan reclamada si los espectadores de la época hubieran sabido que se utilizó una doble. Josephine McKim, cosas de la vida, nadadora olímpica en 1928 como su compañero de danza subacuática.


Trás la era Weissmüller el resto de películas de Tarzan no dejan de ser un sucedáneo. Tex Barker fue el Tarzán de la década en los inicios de los cincuenta, aunque otros actores como Peng Fei, Tamar Barci y Cint Walker también dieron vida al popular hombre de la selva. Gordon Scott fue un reconocido Tarzán entre 1955 y 1960. Otros actores de esa época fueron Denny Miller y Jock Mahoney. Ron Ely fue el Tarzán de los sesenta, pero no el único. Mike Henry y Steve Hawkes fueron otros 'Tarzanes'.  En los setenta solo se hizo una película, que interpretó David Carpenter. El de los ochenta fue Miles O'Keeffe y sobretodo Christopher Lambert en Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos en 1984; y el último en interpretar a Tarzán ha sido Casper Van Dien en 1998.


De todos ellos, mención especial a “Greystoke: La leyenda de Tarzán, el rey de los monos” (1984) de Hugh Hudson; un filme ambicioso y desigual que encontraba en un espléndido Christopher Lambert un Tarzán muy creíble y que, al menos en su primera mitad, resultaba fascinante, aunque creo que la versión que Disney hizo del hombre mono en 1999 es la que hoy en día ha quedado en la memoria de muchas nuevas generaciones, no en vano es una obra maestra del cine de animación. Una versión muy libre que como es normal en la factoría Disney venía cargada de humor y de números musicales, alguno de ellos inolvidables como el “Son of man”.

Para perpetuar la presencia de Tarzán en el cine, el realizador Guillermo Del Toro ('El laberinto del fauno'), ha anunciado que dará "un giro nuevo" al personaje, dirigiendo una nueva versión que define como "espectacular, inesperada y bastante más oscura".

Esta claro que el hombre de la selva más famoso tiene liana para rato.

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